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La restauración del incendio forestal de Gran Canaria, una labor que requiere tiempo

Area afectada por el incendio de Gran Canaria 2019

El gran incendio forestal de Gran Canaria que se extendió en agosto de 2019 es, hasta la fecha, uno de los más devastadores que ha vivido Canarias. Las llamas afectaron a una inmensa parte de la zona de cumbres de la isla, deteriorando considerablemente las masas forestales hasta abarcar una superficie total cercana a las 10 000 hectáreas. 

El fuego abrasó extensas superficies de pinar canario y de otros pinos exóticos, como el pino radiata o el pino insigne, aunque también resultaron dañadas numerosas parcelas agrícolas abandonadas que habían sido ocupadas por el matorral de sustitución. 

Los efectos de un incendio son graves a corto plazo, pero si no se actúa pueden ser mucho peores en el tiempo, puesto que el suelo queda desprotegido y corre un elevado riesgo de erosión. Por ello es muy importante intervenir 

Cuatro pasos imprescindibles para una restauración con éxito

Tras un incendio forestal es muy importante actuar rápido para reducir los procesos erosivos. Estas degradaciones del suelo tienen lugar con mayor rapidez en zonas con fuertes pendientes, algo característico en la orografía canaria.

Para prevenir este deterioro, los organismos públicos competentes llevan a cabo actuaciones de restauración, de investigación y de protección de especies protegidas, interviniendo a través de cuatro pasos esenciales.

El primer paso: la restauración hidrológica forestal y la retención de suelos 

A diferencia de los tratamientos preventivos, tras un incendio forestal los trabajos se enfocan a preparar la recuperación del suelo y de los ecosistemas, mediante acciones de contención de la erosión y la formación de cárcavas (grietas y pequeñas barranqueras en el terreno), mediante albarradas, fajinadas, etc., que son métodos en los que a través de barreras con medios naturales como maderas, ramas y piedras se contiene el efecto de arrastre ladera abajo de las escorrentías de agua.

También, entre otros, se realizan trabajos de apeo o retirada de ejemplares quemados de especies introducidas como los de pino radiata o carrasco, que se desraman y trocean, material que luego se apila para ser astillado y cubrir el suelo desprotegido, aportándole materia orgánica. Recuperando así la función protectora que ejerce la cubierta vegetal.

Lo que no se puede astillar se transporta para ser reciclado o si no es posible se hace una quema controlada en último lugar.

Las actuaciones de restauración forestal se han ejecutado en un total de 38 hectáreas hasta la fecha, en las zonas de Montaña El Capitán-Los Llanetes, Cortijo El Montañón, Cortijo de Crespo, Almaderos, Montaña La Retamilla, Comestén y Guardaya.

Un segundo paso: el control y el seguimiento de la erosión tras el incendio

Para el seguimiento del impacto producido por el incendio en las pérdidas de suelo y de la efectividad de las medidas de prevención, se han llevado a cabo desde mediados de 2020 trabajos de investigación en 36 parcelas seleccionadas dentro del perímetro del incendio. 

Para ello, se han instalado trampas de acarreos, pluviómetros y sensores, recogiendo muestras cada vez que se han producido lluvias importantes, para su análisis posterior. 

En diciembre de 2020 se realizó la primera recogida de muestras tras las lluvias. Los resultados del estudio permiten establecer relaciones de pérdida de suelo en las distintas parcelas en función del tipo de lluvia y grado de escorrentía, de modo que podrá concluirse el efecto erosivo de la lluvia en distintas zonas más o menos afectadas y también según pendiente, orientación, etc.

También se analiza el efecto de determinados métodos de contención, como la aportación de astillas, pinocha, etc. Los resultados muestran que la pérdida de suelo en las zonas tratadas se reduce a un tercio tras la aplicación de estos materiales en las dosis seleccionadas y en ambas zonas de estudio. Esta alta efectividad indica que, según disponibilidad, estos materiales pueden ser una alternativa factible a los métodos de reducción de la erosión tradicionalmente utilizados en Canarias. 

El tercer paso: repoblando los ejemplares dañados

A fines de 2020, en la zona de Montaña El Capitán- Los Llanetes y Galaz se realizaron trabajos de recuperación de repoblaciones dañadas por el incendio, mediante la limpieza de parcelas, desbrozando unos 45 000 m2. Se realizó además un ahoyado manual y posterior plantación de unas seis hectáreas, con especies de monteverde, pino canario y cedro. Para mantenerlas se realizaron apoyos con instalaciones de riego, colocación de protectores plásticos y metálicos contra herbívoros (conejos, cabras, entre otros).

Un cuarto paso: la protección de especies vegetales protegidas dentro del perímetro del incendio

En agosto de 2020 se instalaron los vallados metálicos en cuatro parcelas ubicadas en Riscos de Chapín, Almaderos y Tamadaba, para facilitar el desarrollo de nuevos ejemplares vegetales de las especies protegidas a partir de la germinación de semillas del suelo, sin que se vean afectadas por el ramoneo de los herbívoros presentes en la zona. 

Se han construido 160 metros lineales de vallado. Además, se han colocado en cada parcela carteles informativos de cada una de las especies que se protegen. 

Actuaciones coordinadas de restauración y prevención

Junto a otras actuaciones llevadas a cabo por el Cabildo Insular de Gran Canaria y de forma coordinada, se sigue trabajando tanto en la restauración, como en acciones preventivas. El servicio al que se hace referencia en este artículo fue encargado a Gesplan por la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias, por un importe de 1 453 857,99 €, con la Coordinación Técnica del Cabildo de Gran Canaria. 

Las actuaciones se iniciaron en el mes de junio de 2020 y los trabajos de campo finalizaron en marzo de 2021. Estas actuaciones se ejecutaron por un total de 52 personas: una técnica forestal, un encargado general y cinco cuadrillas de trabajo de diez componentes cada una (un capataz, cinco motosierristas y cuatro operarios).

Mientras se han realizado los trabajos se estimó que el volumen de restos de vegetación quemada para la masa arbolada muerta en pie, es un 36 % superior al previsto inicialmente, por ello la Consejería ha acometido una  ampliación de los trabajos con un presupuesto adicional de 460 000 €, durante el resto de 2021.

¿Cómo podemos actuar ante el creciente efecto del cambio climático?

Hay que tener en cuenta que el cambio climático y otros factores han aumentado el riesgo de grandes incendios forestales. 

Lo importante con los incendios no es solo actuar extinguiéndolos cuando se producen y restaurando sus daños posteriormente. Crear medidas preventivas es clave para prevenirlos, controlarlos, y si no es así, al menos reducir su impacto tan destructivo. 

Tanto en Gran Canaria como en las restantes islas con masas forestales es clave trabajar en la prevención, lo que supone un conjunto de actuaciones, especialmente en las zonas de alto riesgo de incendios forestales, desde limpiezas de matorrales altamente inflamables, plantación y cuidado de especies adecuadas (monteverde, pero también en determinadas zonas castaños, nogales, etc.), que aunque no sean altamente productivos, ofrecen un gran beneficio, para lo que se buscan fórmulas de compensación por la prestación de estos importantes servicios ecosistémicos. 

Zonas de alto riesgo de incendios forestales. IDECanarias.

También es clave mantener activos a agricultores y pastores en las zonas de alto riesgo de incendios, siempre y cuando se realicen actividades que supongan una gestión sostenible de los recursos naturales, creando paisajes mosaico. Así pues, cuando consumes productos de las medianías no solo ayudas a mantener esos paisajes, también estás colaborando en la prevención del fuego. 

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